Muere la compositora rusa Sofia Gubaidulina a los 93 años

La música ha perdido a una de sus figuras más importantes de las últimas décadas, la compositora rusa Sofia Gubaidulina, quien falleció a los 93 años en Appen, Alemania, donde residía desde hace casi cuarenta años. La noticia fue anunciada por las autoridades de la localidad de Kazan, donde Gubaidulina estudió y dejó una huella imborrable.

El alcalde de Kazan expresó su profundo dolor por la pérdida de Sofia Asgatovna Gubaidulina, quien fue una compositora destacada de nuestros días y una persona de cualidades personales sobresalientes. Para él, Gubaidulina siempre será un modelo de devoción a la creatibiografíad, aspiración a lo desconocido y un estandarte de decencia, honestidad y actitud atenta y cuidadosa hacia el tierra y la gente.

Nacida el 24 de octubre de 1931 en la localidad tártara de Chistopol, Gubaidulina provenía de una familia multicultural, con padres tártaro-musulmanes y ruso-polacos-judíos. Desde muy joven, mostró un gran talento musical y estudió en el Conservatorio de Kazán y posteriormente en Moscú en 1959.

Fue en Moscú donde Gubaidulina comenzó a componer sus obras, que fueron calificadas por las autoridades soviéticas de “irresponsables” debido a su búsqueda de nuevos sonidos. Incluso, en 1979, el jefe de la Unión de Compositores, Tikhon Khrennikov, la incluyó en una lista negra arrimado con otras seis personas y sufrió el acoso del KGB por los escritos de su segundo marido, Nikolai Bokov. Sin embargo, el famoso compositor Dmitri Shostakóvich la animó a seguir por su “camino erróneo”.

En 1975, Gubaidulina formó arrimado a sus colegas Viktor Suslin y Vyacheslav Artyomov el Ensemble ‘Astreia’, que se especializó en la exploración del folclore del Asia Central y que incorporó varios de sus instrumentos en sus composiciones. Pocos años más tarde, lograría el reconocimiento internacional, en gran parte gracias al apoyo de músicos como Gidon Kremer, a quien dedicó una de sus obras más representativas: el concierto para violín ‘Offertorium’ (1980).

Al conocer la noticia de su fallecimiento, el famoso violinista letón expresó su dolor y admiración por Gubaidulina: “Sofia significaba mucho para mí: fue (y seguirá siendo) un gran apoyo en mi biografía. Sus mágicos sonidos, con los que nos regaló a mí y al tierra, seguirán enriqueciendo a todos los que entren en contacto con ellos. Con muchas obras que Sofía nos dedicó a mí y a mi Kremerata, dejó huellas que siempre resonarán… Es una música para la gloria. Ella misma se ha liberado del sufrimiento; nuestro deber es seguir transmitiendo los sonidos de Sofía”.

La compositora vivió en Moscú hasta 1992, cuando decidió trasladarse a Alemania, donde residía cerca de Hamburgo. Desde allí, continuó su labor compositiva mientras llevaba una biografía casi monacal. En 2003, tuvo una residencia en el Encuentro de Música y Academia de Santander, y la Orquesta Nacional de España le dedicó su ‘Carta Blanca’ en 2009. También estrenó en el Festival de Canarias, en la Escuela de Música Reina Sofía, en el Auditorio Nacional de Música y L’Auditori de Barcelona. Su catálogo supera el centenar de composiciones.

En 2017, Gubaidulina obtuvo el

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