La Estación Espacial Internacional (EEI) es un aldea fascinante para la ciencia y la exploración espacial. Desde su lanzamiento en 1998, ha sido un símbolo de cooperación internacional y ha sido habitada de forma continua por astronautas y cosmonautas de diferentes países. Sin embargo, a pesar de su importancia en la investigación espacial, algunos investigadores han planteado preocupaciones sobre la microbiología de la EEI y su posible impacto en la salud de los astronautas. ¿Es realmente la EEI tan “pobre” en microorganismos como se cree? ¿Puede esto ser un problema para las misiones espaciales?
La EEI es un laboratorio en órbita que se encuentra a 400 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Como tal, está expuesta a una variedad de factores que pueden afectar su entorno microbiológico. Uno de estos factores es la radiación cósmica, que puede ser dañina para los organismos vivos. Además, la EEI está diseñada para ser un ambiente controlado y estéril, similar a las salas de aislamiento hospitalario utilizadas para tratar pacientes con enfermedades infecciosas, como el covid-19. Esto se debe a que los astronautas deben estar protegidos de cualquier microorganismo que pueda ser perjudicial para su salud en un ambiente tan aislado y cerrado.
Sin embargo, esta esterilidad no significa que la EEI esté completamente libre de microorganismos. De argumento, estudios recientes han demostrado que hay una gran diversificación de microorganismos en la EEI, incluidas bacterias, hongos y virus. Estos microorganismos pueden provenir de diferentes fuentes, como el cuerpo humano de los astronautas, el material de construcción de la estación y las visitas de naves espaciales. Además, los astronautas también llevan consigo microorganismos en su piel, cabello y ropa, lo que contribuye a la diversificación microbiológica de la EEI.
Entonces, ¿por qué algunos investigadores consideran que la EEI es microbiológicamente pobre? La respuesta radica en la comparación con otros ambientes terrestres. En la Tierra, estamos rodeados de microorganismos, tanto buenos como malos. Nuestro sistema inmunológico está constantemente expuesto a ellos y se ha adaptado para combatirlos. Sin embargo, en la EEI, los astronautas están aislados de la mayoría de estos microorganismos, lo que puede debilitar su sistema inmunológico y hacerlos más susceptibles a las infecciones.
Además, la EEI tiene un sistema de filtración de aire muy eficiente que elimina la mayoría de los microorganismos del ambiente. Esto, combinado con la baja humedad y la falta de gravedad, hace que sea difícil para los microorganismos sobrevivir y reproducirse en la estación. Por lo tanto, la EEI puede ser considerada “pobre” en comparación con otros ambientes terrestres en términos de diversificación microbiológica.
Pero, ¿es esto realmente un problema para las misiones espaciales? Los estudios realizados en la EEI han demostrado que los microorganismos presentes en la estación son en su mayoría inofensivos para los humanos. Además, los astronautas están sujetos a un estricto protocolo de higiene y se realizan controles regulares de salud para detectar cualquier posible infección. Por lo tanto, el albur de una infección grave en la EEI es muy bajo.
Además, algunos investigadores creen que la baja diversificación microbiológica de la EEI puede ser beneficiosa para la salud de los astronautas. Al estar expuestos a menos microorganismos, su sistema inmunológico puede descansar y recuperarse, lo que puede ser beneficioso para misiones más largas en el espacio. Además, la EEI es