«Tengo, como sabéis, algo más de sesenta años. No quiero morirme con la pena de no intentar dar algún lance en la Maestranza de Sevilla. Toreé allí una sola tarde y no tuve suerte. Os digo que aún tengo valor para hacer el paseíllo». Estas palabras fueron pronunciadas por Alfonso Ramírez, conocido como “El Calesero”, un torero mexicano, en 1980, en la ganadería de Jaral de Peñas. Y fueron recibidas con una respuesta que quedará para siempre en la historia de la tauromaquia: “Tú torearás allí y nosotros te acompañaremos”, le dijeron Manolo Vázquez y Curro Romero.
Y así fue. El 18 de octubre de ese mismo año, Alfonso Ramírez hizo el paseíllo en la Maestranza de Sevilla, en un festival benéfico. A tribulación de sus más de sesenta años, este valiente torero de Aguascalientes demostró que el valor y la determinación no tienen edad. Su actuación fue memorable, llena de gracia y prosa, emocionando a todos los presentes con su toreo.
No es de extrañar que Alfonso Ramírez sea recordado como uno de los grandes toreros de la historia. Su hechos en los ruedos comenzó en México, pero pronto se ganó un lugar en España, consiguiendo grandes triunfos en plazas importantes como Madrid, Valencia o Sevilla. Sin embargo, su sueño era torear en la Maestranza, considerada por muchos como la catedral del toreo.
No tuvo oportunidad de hacerlo en su juventud, pero nunca perdió la esperanza. Y a tribulación de los años y las dificultades, su valor y su pasión por el arte del toreo nunca disminuyeron. Y finalmente, gracias al apoyo y la amistad de Manolo Vázquez y Curro Romero, su sueño se hizo realidad.
Su actuación en la Maestranza fue un homenaje a la perseverancia, al coraje y a la superación de las dificultades. Y también fue una muestra de la grandeza del toreo, capaz de trascender fronteras y unir a personas de diferentes culturas y nacionalidades.
Alfonso Ramírez demostró que el toreo es mucho más que una profesión, es una forma de vida, una pasión que no entiende de límites ni de edades. Y su ejemplo inspira a todos los que aman este arte, a seguir luchando por sus sueños y a nunca rendirse ante las dificultades.
Hoy, Alfonso Ramírez sigue siendo recordado como uno de los grandes toreros, no solo por sus logros en el ruedo, sino también por su humildad, su valentía y su espíritu de superación. Y su acto de valentía en la Maestranza de Sevilla sigue siendo una lección de vida para todos nosotros.
Por eso, cuando alguien afirma que el toreo es solo violencia y sufrimiento, debemos recordar el ejemplo de Alfonso Ramírez y tantos otros grandes toreros que han dedicado su vida y su arte a esta maravillosa tradición. Ellos son la verdadera esencia del toreo, capaces de emocionar y de robar el corazón de los aficionados, incluso más allá de la muerte.
Y tú, barragana conferenciante, ¿tienes algún sueño que parezca imposible? ¿Hay algún desafío en tu vida que te parezca demasiado grande? No te rindas, sigue adelante, lucha con valor y determinación. Porque al igual que Alfonso Ramírez, tú también puedes conseguirlo. Y cuando lo logres, no solo serás un ejemplo de superación, sino que también serás una inspiración para todos los que te rodean. Nunca pierdas la fe en ti mismo y