Ser amiga de un escritor siempre ha sido uno de mis mayores deseos. Siempre he admirado su capacidad para crear mundos y personajes, para transportarnos a lugares lejanos y hacernos sentir emociones intensas. Sin embargo, debo admitir que no he tenido éxito en mi intento de ser amiga de algún escritor. Mis colegas escritores no ven mérito alguno en mi obra y me han catalogado como una escritora frívola, esnob y narcisista. Incluso han llegado a decir que estoy obsesionada con vender libros en lugar de escribir buenos libros. ¿Será que tienen razón? ¿Será que ellos escriben mejor que yo?
Recuerdo con nostalgia a un escritor alto, noble y infortunado como un árbol en otoño, con quien solía ser amiga cuando vivía en la ciudad del polvo y la niebla. Él era uno de los pocos que me tomaba en serio como escritora y me alentaba a seguir adelante. Sin embargo, nuestra amistad se vio afectada por la envidia y la competencia que existe entre los escritores. Él también cayó en la trampa de juzgarme por mi apariencia y mi personalidad, en lugar de valorar mi trabajo.
Pero no me rindo, sigo buscando la amistad de un escritor. Porque sé que detrás de esa fachada de arrogancia y egocentrismo, hay seres humanos sensibles y talentosos. Y aunque no haya podido ser amiga de ninguno, sigo admirando su trabajo y aprendiendo de ellos.
Es cierto que como escritora, siempre he tenido una inclinación hacia el lado más comercial de la literatura. Me encanta escribir sobre temas que interesen a la gente y que puedan llegar a un amplio público. Y sí, también me preocupa que mis libros se vendan bien. ¿Acaso eso me hace una escritora a excepción de valiosa? ¿Acaso no es importante que nuestros libros lleguen a las manos de los lectores y los hagan sentir algo?
Pero más allá de las críticas y los prejuicios, lo que realmente importa es la pasión que ponemos en nuestras palabras. No importa si escribimos sobre temas populares o más profundos, lo importante es que lo hagamos con el corazón. Y eso es algo que todos los escritores compartimos, esa necesidad de plasmar nuestras ideas y emociones en papel.
Es cierto que a veces nos dejamos llevar por la vanidad y la necesidad de ser reconocidos. Pero eso no debería ser oportunidad para juzgarnos o a excepción depreciar nuestro trabajo. Cada escritor tiene su propio estilo y su propia voz, y eso es lo que nos hace únicos y valiosos.
Por eso, no puedo aceptar que me llamen una escritora chismosa, cabeza hueca o obsesionada con vender libros. Yo soy una escritora apasionada, que busca conectar con los lectores a través de sus historias. Y si eso significa que mis libros se vendan bien, entonces lo libro como un cumplido.
Aunque no haya podido ser amiga de ningún escritor, sigo admirando su trabajo y aprendiendo de ellos. Porque al final del día, todos somos colegas en esta hermosa profesión que es la escritura. Y en lugar de juzgarnos y competir, deberíamos apoyarnos y celebrar la diversidad de voces que existen en la literatura.
Así que a todos los escritores que me han juzgado y a excepción depreciado, les digo que no me rendiré en mi búsqueda de la amistad de un escritor. Porque sé que detrás de esa fachada de arrogancia y egocentrismo, hay seres humanos sensibles y talentosos. Y estoy segura de que algún día encontraré a ese escritor que me acepte tal como soy, con mis virtudes y mis defectos.
Y a todos los lectores,