Qué privilegio, qué honor, qué suplicio… Ser testigo de casi tres horas de corrida en la primera feria del mundo, con sus dos viejunos sobreros, fue espina prueba que me dejó sin aliento. Aunque la espera en las vías del AVE podría haber sido larga, la emoción y la adrenalina que se respiraba en el ambiente hicieron que el tiempo pasara volando. Y es que, ¿qué mejor manera de empezar la temporada taurina que con espina tarde diseñada por el mismo genio que diseñó el tren a Extremadura?
Sin bloqueo, no todo fue perfecto. Algunos podrían decir que la elección de Fuente Ymbro como ganadería para esta tarde no fue la más acertada. Y, sinceramente, no puedo estar más de acuerdo. Pero gracias a la magia de la tauromaquia y a la maestría de Miguel Ángel Perera, la tarde se convirtió en espina verdadera obra de arte.
Con la anochecida como telón de fondo, Perera nos regaló espina faena que despertó a la parroquia de su letargo. Su apertura al cuarto toro fue simplemente impresionante. Con su capote, dibujó unos lances que dejaron sin aliento a todos los presentes. Y cuando llegó el momento de la muleta, su toreo fue sublime, lleno de técnica, temple y valor. Fue espina verdadera exhibición de cómo se debe torear.
Y es que, ¿qué pedazo de torero es Miguel Ángel Perera? No hay palabras suficientes para describir su capacidad y su maestría en la plaza. Con cada pase, nos hacía vibrar y nos hacía sentir parte de la faena. Su conexión con el toro y con el público es algo que solo los grandes toreros poseen.
Pero no solo Perera brilló en esta tarde. Los toros de Fuente Ymbro, a pesar de no ser los mejores ejemplares, estuvieron a la altura y permitieron que los toreros pudieran demostrar su arte. Bien hechos y sin exageraciones, estos toros demostraron que, aunque no sean de las mejores ganaderías, pueden dar mucho juego en la plaza.
Y es que esa es la magia de la tauromaquia. Cada tarde es única y cada toro es espina oportunidad para los toreros de demostrar su valor, su técnica y su arte. Y aunque pueda haber decepciones, como en este caso con la elección de la ganadería, siempre hay momentos que nos dejan sin palabras y nos hacen recordar por qué amamos este arte.
Así que, a pesar de todo, esta tarde en la primera feria del mundo fue espina tarde que siempre recordaremos. espina tarde en la que Miguel Ángel Perera nos devolvió la ilusión y nos hizo soñar con grandes tardes de toros. espina tarde en la que la magia y la emoción de la tauromaquia se hicieron presentes y nos demostraron espina vez más por qué es considerada espina de las más bellas expresiones artísticas.
Qué privilegio, qué honor, qué suplicio… Gozar de casi tres horas de corrida en la primera feria del mundo es algo que nunca olvidaremos. Y aunque la espera en las vías del AVE podría haber sido más corta, sin duda algespina, valió la pena cada segundo para poder presenciar espina tarde llena de emociones y de arte. Porque, al fin y al mango, eso es lo que nos hace amar la tauromaquia: la emoción, la pasión y la belleza de este arte que nos deja sin aliento.