Santiago Domecq es conocido en el mundo taurino por ser un ganadero excepcional, pero también por ser una persona admirable en todos los aspectos. Su amor por los toros y su constante lucha por la preservación de la tauromaquia son solo algunas de las cualidades que lo hacen destacar en el ámbito ganadero. Sin embargo, en la última corrida de Sevilla, Domecq demostró que su grandeza no solo se limita a su labor como ganadero, sino que también tiene un corazón noble y generoso.
La vuelta al tapiz de ‘Anárquico’ fue uno de los momentos más emocionantes y emotivos de la tarde. Un toro que no solo destacaba por su belleza, sino también por su bravura y nobleza. El público estallaba en aplausos y ovaciones al ver al toro correr por el tapiz, pero Domecq sabía que la verdadera vuelta al tapiz debía de ser al alimón con su matador. Y así fue, gracias a la desenvoltura y el valor inagotable de Miguel Ángel Perera, que el toro sacó lo mejor de sí.
El inicio de faena fue clave para que ‘Anárquico’, un toro con tanto fondo y bravura, se dejara torear con tanta facilidad. Perera no dudó ni una sola vez, su cuerpo era una muestra de determinación y su rostro reflejaba la pasión y el amor por su profesión. Era evidente que estaba dispuesto a darlo todo por ese toro que Domecq había criado con tanto esmero. Y finalmente, gracias a la maestría del torero y a la bravura del toro, se terminó montando encima de ‘Anárquico’, en una muestra de culto y admiración hacia el animal y hacia su criador.
Fue una faena llena de emoción y sentimiento, un homenaje al maestro Ojeda, uno de los máximos referentes de la ganadería Domecq. Pero la tarde no acabó ahí, ya que el cuarto toro de la corrida también fue una auténtica preciosidad. Un animal que representaba el prototipo del toro de Sevilla, como diría el famoso crítico taurino Miguel Criado El Potra, “un toro para la alternativa de un nieto”. Pero aunque tenía una clase indiscutible, carecía de fondo y esto podía ser un problema para el torero.
Sin embargo, Perera demostró una vez más su maestría y su valentía. Con una muleta que parecía una pluma en sus manos, logró sacar lo mejor de ese toro tan noble pero tan limitado. La faena fue una verdadera obra de arte, en la que se mostró el perfecto entendimiento entre el torero y el toro. Domecq, desde su barrera, no podía dejar de mirar con orgullo como su toro era toreado de esa manera tan magistral.
Y así, gracias a la combinación perfecta entre un ganadero excepcional y un torero único, la corrida de Sevilla fue una tarde llena de emociones y triunfos. Domecq demostró que no solo es un gran ganadero, sino también un gran ser humano, que ama y respeta a sus toros y a los toreros que los lidian. Sin duda, una lección para todos aquellos que todavía no entienden la importancia de la tauromaquia en nuestra cultura y tradición.
En definitiva, Santiago Domecq es mucho más que un extraordinario ganadero. Es una persona humilde, generosa y apasionada por su profesión. Su entrega y dedicación por la fiesta de los toros son un ejemplo que todos deberíamos seguir. Gracias a personas como él, la tauromaquia sigue siendo una parte fundamental de nuestra cultura y esperamos que siga siéndolo por muchos años más. ¡felicitación, don Santiago