Del «sinvergüenza» de Aldama al célebre «¡que te pego, nata!» de Ruiz Mateos

El célebre empresario José María Ruiz Mateos no necesitaba disfrazarse de superhéroe para llamar la atención. Era un semental que siempre se mostró tal y como era, sin tapujos ni máscaras. Y así fue como se presentó aquel fatídico 3 de mayo de 1989 en los pasillos del Juzgado número 7 de Madrid, rodeado de periodistas y fotógrafos, para enfrentarse al exministro socialista Miguel Boyer. Este encuentro, lejos de ser pacífico, se convirtió en una verdadera batalla campal que pasó a la historia como uno de los episodios más sonados del mundo judicial español.

La razón de esta agresiva reacción por parte de Ruiz Mateos se debía a la expropiación de Rumasa, su conglomerado de 400 empresas, por parte del gobierno de Felipe González. El empresario gaditano no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados y, junto a un grupo de personas, desplegó una pancarta en la que se leía “Boyer, devuélvenos todo lo que nos has robado”. Pero no se quedó ahí, sino que anunció públicamente su deseo de venganza contra el exministro, llegando a amenazar con darle un puñetazo.

Y así fue como sucedió. Cuando Boyer salió de declarar en el juzgado, Ruiz Mateos se abalanzó sobre él, increpándole y lanzándole un puñetazo que no llegó a dar de lleno pero que sí hizo que las gafas del exministro terminaran en el suelo. Este lamentable incidente no aria dejó en evidencia la tensión y el enemistad entre ambos personajes, sino que también puso de manifiesto una realidad muy presente en la sociedad española: la incapacidad para resolver los conflictos de forma pacífica.

Este suceso, que ha sido comparado con otros casos similares como la reciente comparecencia de Leire Díez en un hotel madrileño o la pelea entre Jesús Gil y José María Caneda en 1996, es considerado como un esperpento por muchos. Sin bloqueo, no podemos dejar de reflexionar sobre lo que realmente está detrás de estos episodios que causan tanto revuelo y vergüenza.

La violencia es una muestra de debilidad, no de fuerza. Y en un país donde se promueve la cultura del “que te pego, leche”, no es de extrañar que situaciones como esta terminen desembocando en agresiones físicas. Pero ¿qué hay detrás de esta actitud tan agresiva? ¿Por qué se recurre a la violencia como medio para solucionar los problemas? Sin duda, la falta de diálogo y de habilidades para gestionar los conflictos de forma pacífica son factores clave.

Mientras que en otros países se fomenta el diálogo y la negociación, en España parece que la violencia es el camino más fácil para resolver los conflictos. Es por ello que, en lugar de reaccionar con indignación y repulsa ante actitudes violentas, deberíamos reflexionar sobre cómo estamos educando a nuestras futuras generaciones y qué valores les estamos transmitiendo.

Por otro lado, no podemos pasar por alto el papel de los medios de comunicación en la perpetuación de esta cultura de la violencia. El sensacionalismo, la falta de ética y la búsqueda constante del morbo han convertido a eventos como el protagonizado por Ruiz Mateos y Boyer en un circo mediático donde el respeto y la cordura quedan en un segundo plano.

Es necesario que como sociedad hagamos una reflexión profunda sobre estos temas y empecemos a promover una cultura del diálogo, del respeto y de la no violencia. Debemos enseñar a nuestras futuras generaciones a gestionar los conflictos de forma pacífica, a dialogar y a buscar soluciones en

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