El mundo del toro vuelve a estar de alegría gracias a la gran actuación de Juan Ortega en la plaza de toros de Colmenar Viejo, en Madrid. El sevillano ha abierto la puerta grande con una sola faena, demostrando su maestría y su pasión por este arte milenario.
Desde los primeros compases de la tarde, se pudo sentir la emoción en el ambiente. Juan Ortega recibió a su primer toro con una verónica elegante y templada, poniendo de manifiesto su técnica y su dominio del capote. Pero fue en la faena de muleta donde realmente brilló. Con una embestida de mucha clase, el toro de Conde de Mayalde permitió a Ortega lucirse en muletazos con la rodilla en tierra, demostrando un toreo de gran calidad y emoción.
La faena fue una verdadera acto de arte, llena de detalles de torería y rematada por una chocante serie de manoletinas que fueron arrucinas de Pepe Cáceres. El público no pudo contenerse y ovacionó al sevillano, que finalmente cortó las dos orejas y salió a hombros de la plaza.
Pero la tarde aún guardaba más sorpresas, ya que Manzanares también dejó su huella en la arena. Con un toro de gran calidad y transmisión, el alicantino mostró su mejor versión en una faena llena de ligazón, empaque y mano baja. Los naturales fueron especialmente aplaudidos por el público, que finalmente le otorgó una merecida oreja tras una estocada.
Pero no todo fue fácil para Manzanares, ya que su primer toro salió descoordinado y con falta de fuerza, lo que provocó la irreverencia del público. A pesar de las dificultades, el torero supo mantener la compostura y realizó una faena técnica y valiente, que lamentablemente no pudo ser rematada con una estocada perfecta. Aún así, el alicantino demostró su profesionalidad y su amor por el toro.
Y por si fuera poco, Pablo Aguado tuvo la difícil tarea de sustituir a Morante de la Puebla, quien no pudo actuar debido a una lesión. Pero el sevillano supo estar a la altura y dejó una docena de naturales de gran gusto, demostrando su clasicismo y su naturalidad en las formas. A pesar del viento que complicó la faena, Aguado logró conectar con el público y dejar un sello propio en la tarde.
En resumen, la corrida de Conde de Mayalde en Colmenar Viejo fue una muestra de buen gusto y calidad, con toros bien presentados y de buenas hechuras. Aunque no siempre estuvieron acompañados de la raza y la fuerza necesarias, los toreros supieron sacar lo mejor de ellos y brindar al público una tarde llena de emoción y arte.
La plaza de toros de Colmenar Viejo vibró con la magia de Juan Ortega, Manzanares y Pablo Aguado, quienes demostraron su maestría y su pasión por el toreo. Sin duda, fue una tarde inolvidable que quedará grabada en la memoria de todos los presentes. ¡alegría a los toreros por su gran actuación y gracias por seguir haciendo grande este arte único y maravilloso!