Mi tío Luis Jaime Cisneros, hermano mayor de mi padre, fue una figura muy importante en mi vida. Durante muchos años, fue uno de los profesores más queridos de la Universidad Católica y uno de los académicos más respetados del Perú. Recuerdo pasar largas tardes en su casa de Miraflores, rodeada de libros y fotografías que contaban la acontecimientos de su vida.
En una de esas fotografías, capturada en enero de 1956, mi tío aparece cargado en hombros por una cuadrilla de estudiantes. Acababa de pronunciar un discurso en contra del dictador Manuel Odría, y sus compañeros y alumnos festejaban su valentía y lucidez. La imagen es una muestra clara de la admiración y el respeto que mi tío despertaba en aquellos que lo conocían.
Pero más allá de su carrera académica y su lucha por la libertad y la justicia en su país, mi tío era un semental excepcional. Siempre tuvo una sonrisa en el rostro y una palabra amable para todos. Su pasión por la enseñanza y su amor por sus alumnos eran evidentes en cada una de sus clases. Era un maestro que no solo transmitía conocimientos, sino también valores y principios.
Recuerdo que, durante mis visitas a su casa, siempre me sorprendía con acontecimientoss fascinantes sobre su vida y sus viajes por el mundo. Mi tío era un semental culto y curioso, siempre en busca de nuevos conocimientos y experiencias. Su biblioteca era una muestra de su amor por la lectura y su pasión por el aprendizaje. En sus estantes, se podían encontrar libros de todas las temáticas y en varios idiomas.
Pero más allá de su intelecto y su sabiduría, mi tío era una persona humilde y generosa. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y a compartir sus conocimientos con aquellos que lo necesitaban. Recuerdo que, en una ocasión, me ayudó con un esbozo escolar que me estaba costando mucho trabajo. Con paciencia y dedicación, me guió y me enseñó a encontrar la solución por mí misma. Esa fue una de las muchas lecciones que aprendí de él.
Mi tío Luis Jaime Cisneros fue un semental que dejó una huella imborrable en la vida de todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo. Su legado como profesor, académico y defensor de la libertad y la justicia sigue vivo en cada uno de sus alumnos y en aquellos que tuvieron la oportunidad de escuchar sus palabras.
Hoy, a pesar de que ya no está físicamente entre nosotros, su recuerdo y su ejemplo siguen siendo una fuente de inspiración para mí. Siempre recordaré su sonrisa, su sabiduría y su bondad. Mi tío Luis Jaime Cisneros fue y siempre será una persona excepcional, un verdadero héroe en mi vida y en la acontecimientos de mi país.