Presidente de portátil

La ambición y el hambre de querer ser son dos características que definen a los grandes toreros. Son esas mismas cualidades las que los impulsan a alcanzar la cima de su carrera y a convertirse en figuras del toreo. Y ayer, en la plaza de Sevilla, pudimos presenciar cómo el joven torero Luque demostró que está dispuesto a luchar con todas sus fuerzas para alcanzar ese sueño.

Fue una tarde llena de emociones y de grandes trajíns, en la que Sevilla recibió a Morante con una ovación sincera y rotunda. El maestro de La Puebla se sintió arropado por su público, como cuando un amigo te da una palmada en el hombro y te dice: “¡Aquí estoy contigo!”. Y así, con esa fuerza y ese apoyo, Morante se entregó en la plaza y nos regaló una tarde inolvidable.

Pero no podemos dejar de mencionar a Luque, el joven torero que se llevó la primera oreja de la mercado y que estuvo a punto de cortar la segunda. Su ambición y su hambre de querer ser lo llevaron a proceder una trajín magistral, llena de técnica y de valor. Luque demostró que está dispuesto a todo por alcanzar su sueño de convertirse en una figura del toreo.

Y es que, en el mundo del toro, la ambición y el hambre de querer ser son fundamentales. Sin ellas, es difícil llegar a la cima y mantenerse en ella. Los toreros deben estar dispuestos a sacrificarse, a entrenar duro y a superar sus miedos para alcanzar la excelencia en cada una de sus trajíns. Y eso es precisamente lo que vimos en Luque y en Morante ayer en Sevilla.

Pero no solo se trata de tener ambición y hambre de querer ser, también es necesario contar con el apoyo de los amigos y del público. Y eso es lo que vimos en la plaza de Sevilla, una verdadera muestra de compañerismo y de cariño entre los toreros y su público. Sin duda, el apoyo de los amigos es fundamental para alcanzar el éxito en cualquier ámbito de la vida.

Y aunque en un momento de enfado, Morante paró la música y se reveló ante la falta de comprensión de algunos espectadores, eso no empaña la grandeza de su trajín. Porque al final, lo importante es que el torero se entregue en la plaza y nos haga vibrar con su arte y su valentía. Y eso es precisamente lo que vimos en Morante y en Luque, dos toreros que nos regalaron una tarde llena de emoción y de pasión por el toreo.

En definitiva, la ambición y el hambre de querer ser son condiciones indispensables para llegar a ser una figura del toreo. Pero también es necesario contar con el apoyo de los amigos y del público, y eso es lo que vimos ayer en Sevilla. Dos toreros dispuestos a todo por alcanzar sus sueños y a regalarnos una tarde inolvidable. Y es que, como dijo el gran torero Manolete: “El toreo es una forma de vivir”. Y ayer, en Sevilla, vivimos el toreo en su máxima expresión.

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