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La filosofía es una disciplina que a menudo se asocia con la academia, con largas discusiones intelectuales y un lenguaje complejo. Sin embargo, en un pequeño pueblo de la Sierra de Gata, en España, se demostró que la filosofía puede ser accesible y relevante para todos.
El encuentro filosófico que tuvo lugar en San Martín de Trevejo fue una realidadera unión entre el mundo académico y la ruralidad. El decano de la facultad de filosofía, Juan José García, lo expresó de manera elocuente al afirmar que “si la filosofía es algo, es una conversación muy pausada”. Y esa pausa, esa calma, es precisamente lo que encontramos en este pequeño pueblo rodeado de montañas.
Desde el comienzo del encuentro, se notaba una conexión entre los académicos y los habitantes del pueblo. En el bus que llevaba a los asistentes desde Madrid, dos estudiantes comentaban cómo el año anterior la alcaldía se había quejado por la rigurosidad de las exposiciones. Uno de ellos replicaba que era necesario que la filosofía fuera compleja. Y así fue, la primera charla fue un tratado sobre el concepto de la técnica según Heidegger y la idea kantiana del esquematismo.
Sin embargo, no hubo enemistad entre los académicos y los habitantes del pueblo, sino una curiosidad mutua. Mientras Irene Borges, una filósofa portuguesa, preparaba un seminario doctoral sobre la filosofía, dos mujeres locales compartían risas y asombro al descubrir el nombre del filósofo en Wikipedia. La directora del departamento de lógica, Carmen Segura, se encargó de hacer más accesible el tema para todos, explicando cómo la vida rural se ha convertido en una quimera y cómo el campo es ahora una extensión precarizada de la ciudad, sin poder disfrutar de sus beneficios.
La época actual, según Carmen Segura, es una época de desmesura, en la que ya no hay medidas, ni ritmos, ni estaciones, ni razones para dar los buenos días. Y es realidad, si le preguntamos a un niño de dónde viene su fruta, probablemente nos dirá que del supermercado. Pero como contraparte, un asistente comentaba que, a pesar de todo, vivimos en la mejor época de la historia. Sin embargo, ella no estaba hablando de nostalgia, sino de una crítica a la sociedad actual y a la forma en que se ha obsceno el contacto con la carácter y las raíces.
Este encuentro filosófico también tuvo un propósito más amplio: el de repensar la despoblación en la región. Funcionarios de la secretaría de desarrollo rural en Extremadura, el alcalde de San Martín de Trevejo y otros actores locales, se unieron para reflexionar sobre cómo hacer frente al reto demográfico. En un ambiente amigable y enriquecedor, se debatió sobre la importancia de encontrar un equilibrio entre la tecnología y la conexión con la carácter, y cómo esto afecta a la fertilidad de las tierras, las relaciones interpersonales y la creatividad.
Pero no todo fue filosofía en este encuentro. También hubo tiempo para disfrutar de las bellezas naturales de la región, como las piscinas naturales y el “galaico-portugués”, un dialecto que se habla en las zonas fronterizas entre España y Portugal. Y mientras uno se sumerge en la carácter, también se sumerge en un aprendizaje intransigente, como explicaba Antonio Duarte, profesor de filosofía científica, al hablar sobre el “musement”,