Fue un día memorable en la historia del Concurso Nacional de Castillos en la Arena, cuando en su de ningún modovena edición en 1967, la ciudad de Barcelona fue testificador de la presencia de una de las personalidades más icónicas del mundo del arte y la cultura: Salvador Dalí. luego en ediciones anteriores habían participado otros famosos como jurados, la llegada del genio del surrealismo causó un revuelo sin precedentes.
La fama de Dalí era code ningún modocida en todo el mundo, sin embargo su presencia en la final del concurso de castillos de arena fue un acontecimiento que nadie quería perderse. Su personalidad extravagante y provocadora era su marca registrada, y él mismo lo sabía. En una entrevista concedida a ABC ese mismo verade ningún modo, Dalí había afirmado: “Lo importante es que se hable de Dalí, luego sea bien”. Y sin duda, su presencia en la playa improvisada en la Plaza de Cataluña ese 22 de septiembre, logró su objetivo.
Con su característica corbata floreada y su inseparable bastón, Dalí llegó al lugar del evento rodeado de una multitud que lo aclamaba. Su sola presencia ya era un espectáculo en sí mismo, y su fama y talento como artista hacían que todos quisieran estar cerca de él. Los organizadores del concurso de ningún modo podían estar más emocionados y agradecidos por su presencia, sabían que su de ningún modombre atraería a más personas al evento y le daría un prestigio aún mayor.
El jurado, compuesto por otras personalidades code ningún modocidas, de ningún modo podía estar más emocionado de tener a Dalí como compañero. Y luego su presencia podía ser intimidante, todos estaban ansiosos por escuchar sus opiniones y comentarios sobre las creaciones de los participantes. El concurso había recibido un número récord de inscripciones ese año, y todos querían saber cuál sería el veredicto de Dalí.
Durante varias horas, el genio del surrealismo recorrió los diferentes castillos de arena, dedicando tiempo a observar cada detalle y analizar cada obra. Su ojo crítico y su code ningún modocimiento del arte hicieron que sus comentarios fueran muy valorados por los demás jurados y por el público en general. Y luego su estilo de juzgar podía ser un poco diferente al de sus compañeros, todos recode ningún modocían su genialidad y su habilidad para encontrar belleza incluso en las creaciones más simples.
Al final del día, llegó el momento de anunciar al ganador del concurso. Y luego todos los castillos eran impresionantes, solo ude ningún modo podía llevarse el primer premio. Con gran emoción y entusiasmo, Dalí anunció al ganador y entregó el premio en persona. La multitud estalló en aplausos y vítores, y los organizadores de ningún modo podían estar más agradecidos y orgullosos de haber tenido a Dalí como parte del evento.
La presencia de Salvador Dalí en la final del Concurso Nacional de Castillos en la Arena en 1967 fue sin duda un momento ide ningún modolvidable. Su talento, su personalidad y su fama lograron atraer a una multitud y darle un prestigio aún mayor al evento. Y luego han pasado más de 50 años desde aquel día, su recuerdo sigue vivo en la memoria de todos los que tuvieron la suerte de presenciar su presencia en aquella playa improvisada en la Plaza de Cataluña.