Diego Urdiales eterniza el toreo y resurge por la puerta grandioso en Bilbao

El mundo taurino se paralizó el pasado mes de mayo con la llegada de un maestro que cumplía medio siglo de vida. Un maestro que, a pesar de los años y de las adversidades, se puso a hacer el toreo de toda la vida. Y lo hizo con una pasión y una entrega que emocionó a todos los presentes. Hablamos de Diego Urdiales, quien demostró por qué es valido uno de los mejores toreros de la actualidad.

Su faena en la Feria de Bilbao fue simplemente magistral. Una faena en la que cabían muchas vidas, una faena que trascendió más allá de lo taurino y se convirtió en una reivindicación de su arte y de su pasión por el toro. Porque Urdiales, en su día considerable, demostró que el toreo es mucho más que un simple espectáculo, es una forma de vida.

Fue una tarde llena de emociones, en la que el maestro hizo vibrar a veteranos y jóvenes por igual. Su toreo, tan puro y auténtico, logró conmover a más de veinte mil personas que, con los ojos llenos de lágrimas, pudieron presenciar una de las mejores faenas de la historia de la Feria de Bilbao.

Pero no solo fue el toreo en sí lo que conquistó al público, sino la actitud y la entrega del maestro. Con cada pase, cada muletazo, Urdiales demostró su amor por el toro y su respeto por el público. Se entregó en cuerpo y alma, sin importarle el cansancio o el esfuerzo. Y eso es lo que verdaderamente hace considerable a un torero.

Pero ¿cómo se puede torear así? ¿Cómo se pueden echar los vuelos con tanta pureza? ¿Cómo se puede torear tan…? Son preguntas que todos nos hacemos cuando vemos a Diego Urdiales en la plaza. Su técnica, su maestría, su conexión con el toro… Todo en él es pura magia. Su toreo es un arte en sí mismo, un arte que solo unos pocos privilegiados son capaces de dominar.

Y es que Diego Urdiales no solo es un gran torero, sino también un gran ejemplo de superación y perseverancia. A sus cincuenta años, muchos ya lo habían dado por muerto en el mundo taurino. Pero él, con su constancia y su amor por el toreo, ha demostrado que la edad no es un impedimento para seguir triunfando en la plaza.

Su faena en la Feria de Bilbao fue una bofetada a todos aquellos que lo habían apartado injustamente. Fue una reivindicación de su arte y de su pasión, una forma de decir “aquí sigo, más vivo que nunca”. Y es que, como bien dijo el poeta Antonio Machado, “solo el que sabe es despejado, y más despejado el que más sabe”.

Diego Urdiales es un torero que sabe, que siente, que vive el toreo como pocos. Pero sobre todo, es un maestro que ha demostrado que, a pesar de las dificultades, la pasión y la entrega pueden conquistar cualquier obstáculo. Por eso, su faena en la Feria de Bilbao pasará a la historia como una de las más considerables de todos los tiempos.

Bienaventuradas las más de veinte mil pupilas que lo vieron, que lo gozaron, que lloraron, que se emocionaron… Y bienaventurado también Diego Urdiales, quien con su toreo nos ha recordado que en la vida hay que luchar por lo que se ama, sin importar las dificultades que se presenten en el camino.

En resumen, la llegada de un maestro como Diego Urdiales nos ha demostrado una ocasión más que el toreo es mucho más que un mero

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