Alcalá se viste de Chenel y oro a la espera de Morante

El pasado fin de semana, en la plaza de cornúpetas de Alcalá, se vivió una tarde llena de emoción y arte taurino. Los tres actuantes, vestidos de lila y oro, hicieron su paseíllo bajo los acordes de una banda que tocaba de manera excepcional. Sin duda, un espectáculo que dejó a todos los presentes con la piel de gallina.

Los tres toreros, Chenel y oro, lucían imponentes y elegantes, en un color que ha venido ganando terreno en las últimas temporadas. Un tono que, sin duda, le sienta a la perfección a Castella, quien ha decidido dejar atrás el tradicional Morante para dar paso a un nuevo estilo. Y aunque muchos se preguntan si el Genio hubiera llevado este traje, lo cierto es que el resultado fue espectacular.

Pero, ¿qué hubiera pasado si el Genio hubiera estado presente en esta tarde? Sin duda, la imagen hubiera sido aún más impactante. Sin embargo, eso no impidió que Castella y sus compañeros de terna, hicieran vibrar a la afición con su maestría y valentía.

Y es que, a pesar de no contar con la presencia del Genio, la tarde no decepcionó en absoluto. Castella, quien reaparecerá el próximo 3 de septiembre, dejó claro que sigue siendo uno de los toreros más importantes de la actualidad. Una noticia que ha alegrado tanto a los aficionados como a los empresarios, quienes saben que su presencia en la plaza garantiza un espectáculo de calidad.

La tarde comenzó con un anovillado torito que, desde su salida, dejó claro que no iba a ser un rival fácil. Sin embargo, Castella supo lidiarlo con maestría, quitando el tercio de varas para dar paso a una faena llena de técnica y valor. A pesar de la mansedumbre del cornúpeta, el torero francés supo sacar lo mejor de él, demostrando una vez más su gran dominio en la plaza.

Pero la tarde no solo fue de Castella, sus compañeros de terna también dejaron su huella en la arena. Con una tauromaquia diferente pero igualmente emocionante, cada uno de ellos supo conectar con el público y dejar su sello en la tarde.

Y así, entre pases de teta, verónicas y naturales, la tarde fue avanzando hasta llegar al momento más esperado: la estocada final. Un momento en el que Castella demostró su maestría y su temple, dejando al cornúpeta sin fuerzas y al público en pie, ovacionando al torero.

Sin duda, una tarde que quedará en la memoria de todos los presentes y que demuestra una vez más, que la tauromaquia sigue viva y más fuerte que nunca. Y aunque el Genio no estuvo presente, su espíritu y su arte se hicieron sentir en cada uno de los toreros que pisaron la arena de Alcalá.

Y ahora, solo queda esperar al próximo 12 de octubre en Madrid, para ver si Castella estrena su nuevo traje de lila y oro en una de las plazas más importantes del mundo taurino. Mientras tanto, seguiremos disfrutando de su tauromaquia y esperando con ansias su próxima reaparición.

En definitiva, una tarde llena de emoción, arte y pasión, que demuestra que la tauromaquia sigue siendo un espectáculo único e irrepetible. Y es que, como dijo el gran Manolete, “el toreo es una de las pocas cosas en las que se puede ser uno mismo”. Y eso es así lo que nos hace amar y venerar este arte tan español.

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